11 Dic 2018
EmbolizaciónLa Evolución de la Embolización de Miomas Uterinos
La Embolización de miomas uterinos esta siempre en una continua mejora. Te explicamos por qué.
Te han diagnosticado miomas uterinos, y te han dado una opción: histerectomía. Hace treinta años, este escenario sería una pesadilla común convertida en realidad para las mujeres que sufren con síntomas relacionados con los miomas.
Afortunadamente, otras opciones de tratamiento mínimamente invasivas han surgido. La embolización de miomas uterinos (EMU) es una de estas opciones. Desde que se introdujo dentro de los Estados Unidos en 1997 como un enfoque novedoso para el tratamiento de los miomas, la EMU ha mejorado dramáticamente. Desde mejores herramientas hasta una mejor gestión del dolor, la EMU sigue siendo una opción de tratamiento no quirúrgico, seguro y eficaz para los miomas.
El procedimiento
A diferencia de la cirugía, EMU no requiere nada más que un pequeño catéter en la muñeca o área de la ingle. Un médico llamado radiólogo intervencionista inserta un tubo delgado llamado catéter y lo guía hacia las arterias uterinas. A continuación, se entregan partículas diminutas llamadas embólicos a través del catéter para bloquear la sangre que fluye a los miomas. Una vez privados de sangre, los miomas comienzan a encogerse, aliviando los síntomas como dolor pélvico y frecuencia urinaria para el 90% de los pacientes, periodos intensos.
Desde su debut hace más de 28 años, la EMU ha continuado avanzando. Los avances tecnológicos de los materiales y herramientas utilizados durante el procedimiento han beneficiado tanto a médicos como a pacientes.
Lo que sigue para el futuro
Los avances en técnicas de diagnóstico por imágenes también han hecho de la UFE un excelente enfoque del tratamiento con miomas. El ultrasonido generalmente se ha utilizado para diagnosticar fibromas, pero con el tiempo se han comprobado que otras técnicas de imagen son más precisas. La resonancia magnética (RMN), la elección primaria actual entre los radiólogos intervencionistas, proporciona información que el ultrasonido no puede. Los estudios han demostrado que es mejor que el ultrasonido cuando se trata de observar el tamaño uterino, la ubicación del mioma, y el número de miomas.
Estas piezas de información son importantes para determinar si una mujer es una buena candidata para la EMU y descartar otras causas de dolor pélvico y sangrado.